OPINIóN

Editorial: Desarrollo de Puerto Bolívar


La semana anterior fue aprobado el informe final de las reformas a la Ley de Desarrollo de Puerto Bolívar. El cuerpo legal original fue una Ley presentada ante el Legislativo por el exdiputado orense, Jorge Sánchez Armijos. En tanto, estas reformas, fueron planteadas por el prefecto, Clemente Bravo.

La semana anterior fue aprobado el informe final de las reformas a la Ley de Desarrollo de Puerto Bolívar. El cuerpo legal original fue una Ley presentada ante el Legislativo por el exdiputado orense, Jorge Sánchez Armijos. En tanto, estas reformas, fueron planteadas por el prefecto, Clemente Bravo. En ambos casos, la idea es que los recursos que genera el puerto se queden en la parroquia Puerto Bolívar, a través de obras de desarrollo para su población. Lo único que cambia es el porcentaje de asignación para los gobiernos descentralizados provincial y de Machala. Ahora, este cuerpo legal pasará al pleno para su aprobación.

Lamentablemente, vemos al alcalde de Machala frotándose las manos al saber que falta poco para la aprobación de esta Ley, y que el GAD va a recibir más dinero. Esto, mientras todavía es incapaz de inaugurar y entregar la regeneración del ingreso a la parroquia, cuya obra inició hace dos años.

Ojalá y sean bien invertidos los recursos que provendrán de las reformas a la Ley, en beneficio de los habitantes de Puerto Bolívar.

Desde que la actual administración municipal asumió el cargo, no ha inaugurado ni una sola obra en este sector. No hay nada de lo que prometió: ni la ciudad industrializada, ni el malecón, ni siquiera el ingreso a la parroquia.

A su vez, esperemos que esta ley, una vez que sea aprobada, permita que de una vez por todas la Prefectura y el Municipio unifiquen criterios y desarrollen proyectos conjuntos para optimizar el dinero y darle a los porteños lo que realmente necesitan: desde agua potable, pasando por el mejoramiento urbanístico, el adecentamiento de los muelles para las actividades pesqueras artesanales, hasta ejecutar labores conjuntas para darle seguridad a los porteños. Si cada quien va disperso con sus proyectos a ejecutar, difícilmente los habitantes de la parroquia vean réditos en el corto tiempo.

Las reglas del juego están listas. Ahora es turno de las autoridades pensar en beneficio de los porteños, lejos de camisetas políticas o intereses que alimenten su ego.