OPINIóN

Construcción y naturaleza


Rosalía Arteaga Serrano

A la hora de construir una vivienda, un puente, un centro comercial, un templo, quienes están a cargo de la planificación y de la construcción, deben tomarse el tiempo para hacer un historial, aunque sea pequeño, del predio en el que la construcción se ubicará.

Los recientes acontecimientos en Pomasqui-Quito, o las frecuentes noticias de que la crecida de un río se lleva un puente, de que una quebrada taponada, sin canalización provoca un aluvión después de lluvias torrenciales, nos demuestran la importancia de analizar la ubicación y el historial del lugar donde se construirá.

Muchas veces hemos oído aquello de que “las aguas siempre regresan a su cauce”, en relación a un río desviado o a períodos de sequía sucesivos, que hacen olvidar a los vecinos que por allí pasaba un río y construyen en el mismo cauce seco o en las inmediaciones. Luego vienen las tragedias y la acusación a la “mala suerte”, cuando lo que hacía falta era un poco de previsión.

Esto no ocurre en una determinada región del país, ocurre en todas, ya que por ejemplo en la Amazonía, los procesos de deforestación hacen que las playas de los ríos aparezcan más anchas y no se calcula el embate de las aguas desbordadas en determinados períodos.

La construcción de viviendas, inclusive urbanizacio-nes de lujo, como las hay en Jama, Manabí, hacen que no se vea el impacto que el choque permanente del mar puede tener en el acantilado sobre el que se realizan las construcciones, lo que significa que las viviendas tendrán una buena vista del mar pero con un inminente riesgo que no se han molestado en dimensionar.

Esto, claro está, se ve empeorado con el Cambio Climático, que no podemos evadir el mencionarlo, cambios que implican el aumento del nivel del agua de los mares, la irregularidad en los períodos de sequía e inundaciones, la mayor fuerza de los tifones y huracanes, el avance de la desertificación y sus consecuencias y una larga lista de fenómenos que causarán problemas.

Por todo ello enfatizamos en la necesidad de prevenir antes que lamentar, de tomar todas las precauciones posibles para evitar catástrofes que muchas veces entrañan también sacrificios de vidas humanas.