OPINIóN

Editorial: La guerra económica por el coronavirus


Si las cifras sanitarias son alentadoras en el país, las económicas son lapidarias. Esa dicotomía motiva a las autoridades a tomar decisiones arriesgadas, con las que muchos no estaban de acuerdo, pero que eran estrictamente necesarias.

Hoy, en este nuevo orden mundial, entra a esta guerra económica frente al virus en sector turístico, literalmente quebrado por la pandemia.



Si las cifras sanitarias son alentadoras en el país, las económicas son lapidarias. Esa dicotomía motiva a las autoridades a tomar decisiones arriesgadas, con las que muchos no estaban de acuerdo, pero que eran estrictamente necesarias.

Hoy, en este nuevo orden mundial, entra a esta guerra económica frente al virus en sector turístico, literalmente quebrado por la pandemia.

La reapertura de aeropuertos, playas, hoteles y restaurantes con fines turísticos forman parte del grupo que componen este sector, noqueado por el COVID-19.

Ahora es el turno de los ciudadanos, de actuar con responsabilidad, porque solo juntos podemos salir adelante. Esperemos que en este último semestre del año ya no existan más despidos, más bien, se genere una especie de estabilidad, para que esa dinámica de consumo derive en que el circulante reactive las economías locales.

Nada como empezar casa adentro para continuar, ojalá lo más pronto, hacia afuera y a su vez, desde afuera, ojalá pronto, vengan turistas a nuestro país, a nuestras playas, nuestro archipiélago, nuestras montañas.

El país necesita del turismo, así como el turismo requiere de las bondades de nuestra tierra, nuestra gastronomía, nuestros paisajes, nuestras playas, nuestros ríos y, sobre todo, nuestra gente. En esta guerra económica declarada por el virus están nuestras familias de por medio. Pero también está nuestra capacidad de aprender a convivir con el enemigo, a verlo de frente, a la cara y decirle que ya no le tenemos miedo, que sabemos cómo enfrentarlo y, sobre todo, cómo derrotarlo.

La clave es sencilla: disciplina, respeto e higiene. Mientras usemos mascarillas, tengamos un adecuado lavado de manos y disfrutemos con distanciamiento, no existe temor a contagiarnos. Hacer lo contrario es demostrar que no hemos aprendido nada en estos más de 100 días de emergencia.

El virus tiene seis meses con nosotros, demostró su rebeldía y nos dice que no se va a ir, al menos por ahora. Entonces, ¿vamos a seguir huyendo? Ese camino es de los cobardes y los ecuatorianos hemos demostrado ser valientes.