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Vicente “Chivo” Espinoza Jaén Recuperado del coronavirus cuenta su testimonio


HUAQUILLAS. Los epidemiólogos han sido enfáticos en que todo lo que se haga para luchar contra el COVID-19 es experimental, pero experiencias de pacientes en Huaquillas son el ancla que estabiliza este barco nacional en medio de la tormenta del coronavirus, con un sistema de salud desbordado.

Carlos Gavilanes

HUAQUILLAS. Los epidemiólogos han sido enfáticos en que todo lo que se haga para luchar contra el COVID-19 es experimental, pero experiencias de pacientes en Huaquillas son el ancla que estabiliza este barco nacional en medio de la tormenta del coronavirus, con un sistema de salud desbordado.

Tener coronavirus tiene manifestaciones diferentes en torno a los impactos sintomáticos que sufre cada persona. Vicente Espinoza Jaén (60), paciente positivo en COVID-19 cuenta cuánto se sufre con el virus y cómo se recuperó de los síntomas. “Si se trata a tiempo, sí puede ser controlado”.

Huaquillense por nacimiento. Vicente Remigio es el quinto de siete hermanos Rigoberto, Godofredo, Juan (+), Marlene, Carlos y Paúl. Su pareja es América María Ramos Jiménez, con quien tiene dos hijos: Vicente Rafael y María Isabel Espinoza Ramos.

El pasado 11 de abril de 2020 fue ingresado al hospital básico Huaquillas, presentó malestar general y fiebre antes de los ahogos. Asistió personalmente a emergencia para que los médicos de turno lo ayuden, fue entonces que le dijeron que tenía que quedarse para el tratamiento.

“He elevado mis oraciones y agradezco a Jehová. El único que salva de toda enfermedad y los males del cuerpo y del alma. Sólo él sabe cómo sufrí postrado 45 días, sin fuerzas. Dolores que me hacían gritar, es desesperante, sentir un traqueteo en la garganta. Esa como que, simplemente, se le cerraban los pulmones”, comenta desde su casa donde cumple otra cuarentena de recuperación.

El testimonio de Vicente Espinoza, es otro ejemplo de la mano bendita de Dios y las manos bondadosas de los médicos del hospital de Huaquillas y del Teófilo Dávila de Machala, donde pasó 45 días sufriendo con la enfermedad.

“Soy sobreviviente del COVID-19 por recibir un tratamiento oportuno que evitó que llegue a tener la neumonía grave. Como creyente de la Palabra de Dios y confiado en su fe, junto a la cama del hospital, oyó decir a un compañero de habitación “hasta el mes de noviembre estará esta plaga. Nuestro Dios me lo ha revelado”.

Espinoza cuenta a Correo que muchos médicos, enfermeras, personal de aseo, entre otros, sufren de síntomas y muchas de las veces no soportan el cansancio, a tal punto que recuestan sus cabezas en la cama del paciente, las oraciones, las lágrimas y la angustia de ver que el compañero de habitación moría, es otra intranquilidad que es aminorada por las enfermeras, que a veces también lloran al ver cada caso. “De las siete personas que estábamos en la sala, quedé solo.

Luego llegaron cuatro más. Allí quedaron dos”, comenta cada vez con su voz más apagada por el mismo hecho de estar en recuperación de su enfermedad y recordar los fallecidos a su alrededor.

A Vicente se le suministró un tratamiento con hidroxicloroquina, que bloquea al virus, una medicina desinflamatoria y vitamina C. 10 días después, los síntomas que él presentó: hormigueos en la pierna, la quemazón en la cara, picazón, la diarrea, disminuyeron considerablemente, por eso insiste en que el virus, “si se trata a tiempo, sí puede ser controlado”.

La lucha de quienes enfrentan la enfermedad en casa no es menor. Aunque contagiados, se aferran a símbolos de ánimo. Porque necesitan recuperarse para ver por sus seres queridos y ello les da fuerza.

“Soy sobreviviente COVID-19 y ahora quiero ayudar para escribir nuevas páginas de optimismo, de fe. A quienes están todavía por superar la enfermedad que busquen sus símbolos de ánimo y luchen con toda su fuerza. El amor, la calidad, calidez y el poder infinito de Dios ayuda mucho. Pero ya estoy recuperándome, lo más crítico ha pasado, destacó Vicente.

Vicente Espinoza Jaén, tras pasar 45 días postrado en una cama de hospital le dieron de alta, “El Chivo”, como cariñosamente lo conocen en Huaquillas, está agradecido de Jehová y al personal sanitario del hospital básico Huaquillas y Teófilo Dávila de Machala, que lo atendieron. “Quiero dar gracias hasta a la persona que hacía la limpieza en la sala, porque hasta ellos me dieron ánimo. Ahora quiero decirles que con la bendición de Dios vamos a recuperarnos. Sí podemos vencer a este virus”, dijo Vicente.

Además, agradeció a sus hijos, al alcalde de Huaquillas Alberto Astudillo, a Manuel Aguirre que siempre estuvo atento a la medicina que requería Vicente Espinoza, así como a los socios del Sindicato de Trabajadores de Embarque y Desembarque de Huaquillas. “A toda esa gente amiga, solidaria, consecuente que nunca me defraudó y siempre estuvo pendiente de mi salud, preguntando “Chivo cómo estás, cómo sigues”.