CANTONAL

Historia de la doctora Damarys Sánchez, quien se recuperó del COVID-19 en Arenillas


ARENILLAS. La doctora Damarys Sánchez, junto a sus padres y el hijo, celebrando los 3 añitos de su hijo. Ella dio su testimonio.

Cuando inicia la enfermedad, todos quieren creer que es un simple catarro, cuando los síntomas avanzan todos debemos crecer que no vamos a morir.

El 20 de marzo, decidí aislarme por completo con toda mi familia en nuestra residencia ubicada en la Cdla. Guayaquil. Solo era una loca sospecha, unos leves síntomas que parecían catarro, el nexo epidemiológico es importante, sabía que habíamos viajado a Guayaquil 6 días atrás. Mi mamá la noche anterior me había referido dolor de cabeza y una leve garraspera, pensé que no sería nada grave, hasta que yo inicie con temperatura no perceptible en el termómetro, era solo la sensación de fiebre por dentro, el aliento era caliente, los ojos eran calientes y empezaba a tener malestar general, la garganta también me picaba y tuve leve tos seca, el instinto no me falló, al siguiente día mi mamá y yo teníamos los síntomas más intensos, no podíamos estar en pie, el malestar general nos ganaba, había más fiebre la tos es realmente leve, con picazón de garganta. Seguían pensando que talvez era dengue, nadie se aferra a la idea de que es un contagio más, sobre todo cuando en Arenillas solo había hasta ese entonces 1 caso confirmado.

LA FE EN DIOS

Mis padres rezaban que fuera cualquier otra cosa, mas no COVID19, yo sabía que estábamos contagiados, era difícil ir instaurando en ellos esta idea, y más cuando te toca hacer de paciente, médico y familiar al mismo tiempo. Al tercer día el dolor de articulaciones es intenso, mi hijo ya tenía síntomas (fiebre y nariz tapada), y mi papá con la bendición de Dios solo fue picazón de garganta, dolor de cabeza y leve tos.

Rezaba mucho, sabía que cualquiera podía complicarse, que es una enfermedad incierta, no importa la edad, ni la condición de salud; nada es seguridad, cualquiera puede morir. Auscultaba a mis padres e hijo a diario, mañana y noche, pero no había quien lo haga conmigo, es imposible para un médico hacerlo uno mismo, para el cuarto día empecé a cansarme al subir escaleras y al hablar, la saturación de oxígeno era de 96-97%, tenía dolor torácico, sabía que empezaba a hacer neumonía y eso me aterraba, mis papás me preguntaban y yo omitía esas cosas, mis compañeros de trabajo me ayudaron auscultándome y ya habían ruidos diferentes en mi pulmón derecho. Solicité ayuda a colegas que llevan los casos en Santa Rosa y me tomaron una radiografía que corroboraba el inicio de una neumonía, y creo que he ahí la clave, detectar a tiempo iniciar tratamiento en neumonías leves, cuando ya llega a etapas avanzadas, poco o nada se podría hacer, sin duda una tomografía de pulmón es la clave del diagnóstico, pero no podemos acceder fácilmente a eso. Decidí a pesar de no tener prueba confirmatoria iniciar tratamiento protocolizado para neumonía leve, Hidroxicloroquina y Azitromicina mi mamá y yo que éramos las que teníamos los mismos síntomas. Mi papá y mi hijo solo se trataron con Paracetamol por razones necesarias; mas todos los remedios caseros que nos recomendaban, como té de jengibre, de hierbaluisa, gárgaras con vinagre de manzana e inhalaciones de eucalipto. 2 días después de iniciado esto mi respiración mejoró y el MSP procedió a tomarme la prueba, pero solo lo hicieron conmigo, porque no había pruebas suficientes para captar a los otros 3 miembros de mi familia.

LO PEOR HABÍA PASADO

Para el día séptimo de la enfermedad ya sin fiebre, y ya manejada mi familia para recibir la respuesta, llegó el positivo, pero ya la tormenta más fuerte la habíamos pasado, sabía tanto yo como mis papás que a ese tiempo, ya solo era cuestión de canalizar energías para seguir recuperándonos, estábamos aun asténicos, cansados, sudorosos, con tos, pero vivos, la fase de peligro de la enfermedad la habíamos vencido.

Fueron 16 días en los que dormimos lo que pudimos, rezábamos más de lo que habíamos rezado antes, nos unimos más en familia, ahora se hizo un hábito en nuestra casa rezar arrodillados y juntos, bien dicen que esta pandemia no cerró iglesias, porque Dios abrió una en cada hogar del mundo.

Para el día 14 y 15 de inicio de síntomas me tomaron nuevamente las pruebas confirmatorias y a mi familia a la siguiente semana, para el 17 de abril ya sabíamos que todos habíamos dado negativo, que como dice mi pequeño de 4 años, el virus por fin se fue de nuestra casa. Hay que siempre sacar las mejores experiencias, de las peores situaciones, gracias a Dios fue el segundo caso de contagio en mi cantón, pude conseguir la medicina que ahora ya no se encuentra, gracias a Dios ahora puedo detectar con más facilidad los síntomas porque los viví en carne propia, a pesar de ser muy inespecíficos y de tener muchos diagnósticos diferenciales que sin duda se pueden confundir desde un catarro común, un dengue o una infección intestinal. Y gracias a Dios mi familia está más unida que nunca y me di cuenta del aprecio y el respeto de nuestros vecinos y de toda la gente linda que tiene mi ciudad de Arenillas. Infinitas gracias, su servidora de siempre como todos me llaman, su Sra. Damarys!