OPINIóN

¡ A restaurar la democracia!


Terminó el mes de febrero, termina el carnaval y aunque recién el 10 de marzo empieza formalmente la segunda vuelta electoral, hay, desde ahora, que seguir trabajando para garantizarle al Ecuador un resultado que permita lograr su restauración democrática.

Terminó el mes de febrero, termina el carnaval y aunque recién el 10 de marzo empieza formalmente la segunda vuelta electoral, hay, desde ahora, que seguir trabajando para garantizarle al Ecuador un resultado que permita lograr su restauración democrática.

Sin una democracia cercana a los ideales que esa manera de entender la vida propugna: esto es con libertades, con respeto a los derechos humanos, es imposible conseguir el progreso que anhelamos.

El progreso sin libertades, no es progreso. Es mausoleo de primera.

También como proclamaba Gaitán para su Colombia, hay que trabajar para garantizar “la restauración moral de la república”. El Ecuador está sufriendo una crisis ética que no tiene antecedentes en su historia y que no honra, precisamente, a las generaciones que han permitido con su inercia, que se caiga en ella.

Por supuesto, hay que elaborar propuestas orientadas a superar igualmente la crisis económica pero, si no se supera la corrupción, la tendencia al fraude de todo tipo, de poco sirven las medidas orientadas a salvar la economía.

Obviamente, en un panorama como el descrito hay que atender con especial prioridad la superación de la consecuente crisis social que no es solo la vieja desatención en salud o educación. Lo social tiene ahora, también que ver con el creciente desempleo, el narcotráfico como actividad tolerada y peor todavía su consumo, en niveles cada vez más bajos de edad, en niños de todos los sectores socioeconómicos.

Hay, en definitiva la obligación de, entre todos, no seguir deseando que el Ecuador no se convierta en otra Venezuela y empezar a actuar para lograrlo.

Para ello, el candidato Lasso, tal cual lo ha planteado, tiene que lograr representar ideales políticos más abiertos que aquellos que inicialmente propuso. Deben reflejar a la nación opositora y no únicamente a su partido político. El destino le ha entregado la bandera de la oposición y esa es la que tiene obligación de enarbolar: Cambio sí, retroceso no, podría ser una manera de expresarlo. Del riesgo de una situación como la de Venezuela tenemos que librarnos sin retroceder. Veamos.