Leonel Aguilera Nichole
El llamado paro indígena no fue como se lo pintó. Toda vez, que dejó imborrables secuelas que vivirán por siempre y hasta siempre en la retina de los ecuatorianos; cobardes actos de los que se podría presumir, existieron dentro de éste, personas ajenas a sus organizaciones, cuya finalidad fue dar cumplimiento a los señalamientos que hiciera Patiño. Fragmento que transcribo: “Es necesario pasar a la ofensiva, y, yo creo que aquí en Latacunga, tenemos bien claro, cambiamos de la resistencia pacífica a la combativa, hay tiempo para toda cosa y ahora definitivamente estamos en mejores condiciones, vamos a prepararnos para esa represión porque tenemos que tomarnos las instituciones públicas y cerrar los caminos”. Elocución desestabilizadora en la que también podrían encontrarse varios de sus coidearios al fallarles el pretendido golpe de Estado.
Se presume que las destrucciones y los desmanes ocasionados, con anterioridad fueron planificados y comandados por personajes inmersos en la política nacional. Para ello pudieron haber infiltrado a vándalos de terroristas extranjeros en sectores indígenas, quienes a su vez también adiestraron a posibles integrantes de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR); cuyas pretensiones era de tomarse Carondelet y desestabilizar el Estado. De este delicado tema, nos conlleva a pensar que dentro de la Fiscalía, los golpistas tienen informantes. Por cuanto sin haberse hecho público detenciones, una risueña oveja se albergó en la embajada de México, seguida por seis más, otros huyeron y los que no pudieron ponerse a buen recaudo fueron detenidos.
Gracias a Dios, el Tsunami destructor terminó, y por la paz del país se debe de respetar los acuerdos alcanzados, sin dejar de sancionar a quienes participaron en la Conspiración, saqueos y destrucciones de los bienes públicos y privados.