OPINIóN

¿Cadáveres políticos?


Muchas veces hemos escuchado la frase “no hay cadáveres políticos”. Al parecer la prueba la tenemos con el reciente logro electoral del binomio kirchnerista en Argentina. Ahí vemos a Macri, luego de su sonoro revés electoral, dando manotazos de ahogado, tratando de enderezar su destino, que hasta ahora, luce bastante sombrío.

Muchas veces hemos escuchado la frase “no hay cadáveres políticos”. Al parecer la prueba la tenemos con el reciente logro electoral del binomio kirchnerista en Argentina. Ahí vemos a Macri, luego de su sonoro revés electoral, dando manotazos de ahogado, tratando de enderezar su destino, que hasta ahora, luce bastante sombrío. Era inimaginable que algo así pudiera ocurrir, pero sucede y más seguido de lo que nosotros pensamos. El populismo cala profundo, tiene la habilidad de entrar a esas regiones con las que no tenemos contacto ni sintonía, esos rincones que escapan a las preguntas de los encuestadores y desembocan en pronósticos o encuestas electorales fallidas.

Es claro que los círculos de la clase media y alta no eligen presidentes; son las clases oprimidas y de escasas esperanzas, que representan a la gran mayoría de los pueblos en vías de desarrollo, las que eligen a las autoridades. Este segmento de la población se aferra a lo que considera su boya salvadora, que le dará lo que necesita sin mayor esfuerzo. Los cantos de sirena se apoderan de esta voluminosa capa electoral, sometiéndola a sus oscuros intereses electorales. Lo mismo ocurre en Ecuador, el caudillo de la década perdida no está muerto, solo anda de parranda, escurriéndose de la justicia, que al parecer le quiere poner las manos encima.

Para evitar esta espada de Damocles, se debe actuar conforme a derecho y de manera diligente contra esta raza delincuencial, entregándoles las sentencias que merecen para que, de esa manera, no los convirtamos en víctimas políticas, sino en prontuariados sin futuro electoral, hasta que devuelvan lo robado y cumplan sus penas.

El populismo es una plaga con capacidad de resucitar, que arrasa con el pueblo sin piedad ni cura probable. Se lo debe confinar para evitar su propagación y contaminación. Lastimosamente, el peligro de regreso de esta contrahecha raza está latente, por lo que se vuelve imperativo que la Fiscalía y el poder Judicial cumplan con su función legal y coloquen a estos delincuentes donde merecen estar: tras las rejas.