De Bruyne es uno de los jugadores detectados desde pequeño y potencializado por el programa belga de alto rendimiento.
Bélgica es un país con apenas 12 millones de habitantes. En la actualidad, se ubica en el tercer lugar en el ranking de la FIFA y el valor de sus futbolistas supera los 600 millones de euros, según el sitio especializado Transfermarkt.com.
En una entrevista con el portal ‘Digital Football Community’, Bon Browaeys, técnico de la Federación belga y uno de los grandes artífices del crecimiento del balompié en aquellas tierras, confesó: “No hay nada de casualidad, es el trabajo decidido de casi veinte años”.
A partir de 1998 se inició un programa de alto rendimiento para detectar y potencializar el desarrollo de los mejores futbolistas jóvenes. Existen ocho academias a lo largo del país donde solo llegan los 300 más prometedores de Bélgica.
Coutois, Mertens y De Bruyne, fueron detectados y formados en ‘Foot-Elite’, en donde, además de trabajar con sus respectivos equipos, reciben cuatro sesiones extra por semana con los técnicos de la Federación, lo cual les garantiza 250 horas extra de formación top al año.
En un país tan pequeño no puedes desperdiciar nada de talento. Hay una planificación personalizada con cada jugador con base en las fortalezas y debilidades de su juego.
Los frutos del trabajo en el futbol belga aún no se ven reflejados con un título; sin embargo, es una selección que empieza a ser infaltable en Eurocopas y Mundiales, y su etiqueta de ‘participante’ está mudando a ‘protagonista’.